Hace unos días una gran amiga me compartió un artículo que se ha hecho viral, escrito por el psiquiatra Luís Rojas Marcos. Habla de “Una tragedia silenciosa que se está desarrollando en nuestros hogares y concierne a nuestros hijos”.
Muestra unas estadísticas sobre un aumento muy alto de enfermedades mentales infantiles en los últimos años, que a mí como madre realmente me alarman:
• 1 de cada 5 niños tiene problemas de salud mental.
• Se ha notado un aumento del 43% en el TDAH.
• Se ha notado un aumento del 37% en la depresión adolescente.
• Se ha notado un aumento del 200% en la tasa de suicidios en niños de 10 a 14 años.
Según el doctor este aumento se debe a que los niños están siendo privados de los fundamentos de una infancia sana:
• Padres distraídos digitalmente.
• Padres indulgentes y permisivos que dejan que los niños «gobiernen el mundo» y pongan las reglas.
• Un sentido de derecho, de merecerlo todo sin ganárselo o ser responsable de obtenerlo.
• Sueño inadecuado y nutrición desequilibrada
• Un estilo de vida sedentario.
• Estimulación sin fin, niñeras tecnológicas, gratificación instantánea y ausencia de momentos aburridos.
¿Ante esta situación qué podemos hacer?
La recomendación del doctor es que SI queremos que nuestros hijos sean individuos felices y saludables, tenemos que despertar y volver a lo básico.
• Establecer límites desde el amor y el respeto.
• Ofrecer a los niños un estilo de vida equilibrado lleno de lo que los niños NECESITAN, no sólo de lo que QUIEREN. No tener miedo de decir «NO» a los hijos.
• Proporcionar alimentos nutritivos y limitar la comida chatarra.
• Pasar por lo menos una hora al día haciendo actividades al aire libre.
• Disfrutar de una cena familiar diaria sin teléfonos o tecnologías que distraiga.
• Jugar juegos de mesas en familia.
•Implementar rutinas de sueño consistentes.
• Enseñar responsabilidad e independencia. No protejerlos en exceso contra toda frustración o toda equivocación.
• Enséñarles a esperar y a retrasar la gratificación.
• Proporcionar oportunidades para el «aburrimiento», ya que el aburrimiento es el momento en que la creatividad despierta.
• No usar la tecnología como una cura para el aburrimiento.
• Estar emocionalmente disponibles para conectar con los niños y enseñarles auto-regulación y habilidades sociales.
• Apagar los teléfonos por la noche cuando los niños tengan que ir a la cama para evitar la distracción digital.
• Convertirse en un regulador o entrenador emocional de sus hijos. Enséñeles a reconocer y a gestionar sus propias frustraciones e ira.
• Enseñar valores y buenos modales a su hijo y sea modelo de lo que inculca.
• Conectar emocionalmente – sonría, abrace, bese, cosquillee, lea, baile, salte, juegue o gatee con ellos.
“Debemos hacer cambios en la vida de nuestros hijos antes que esta generación entera de niños sea medicada”.